LEGE

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domingo, 19 de diciembre de 2010

UNA PEQUEÑA HISTORIA

Mi reflexión la voy a basar en una pequeña historia que deja una moraleja bien interesante y que muchas veces se aplica en la vida real de muchas personas.

Esta es una historia en la que en un pequeño pueblo, las personas se divertían con un hombre de poca inteligencia, que vivía haciendo pequeños recados y recibiendo limosnas y a quien todos lo llamaban como el tonto del pueblo.

Diariamente, algunos hombres llamaban al tonto al bar donde se reunían y le ofrecían escoger entre dos monedas: una de tamaño grande de 50 centavos y otra de menor tamaño, pero de 1 peso.

Él siempre tomaba la más grande y menos valiosa, lo que era motivo de risas para todos. Un día, alguien que observaba al grupo divertirse con el inocente hombre, lo llamó aparte y le preguntó si todavía no había percibido que la moneda de mayor tamaño valía menos, y éste le respondió:

- Lo sé señor, no soy tan tonto, vale la mitad, pero el día que escoja la otra, el jueguito se acaba y no voy a ganar más mi moneda.

Esta historia podría concluir aquí, como un simple chiste, pero se pueden sacar varias conclusiones aplicables a la vida diaria de las personas:

  • La primera: Quien parece tonto, no siempre lo es.
  • La segunda: ¿Cuáles son los verdaderos tontos de esta historia?
  • La tercera: Una ambición desmedida puede acabar cortando tu fuente de ingresos.
  • La cuarta: y la conclusión más interesante: Podemos estar bien, aun cuando los otros no tengan una buena opinión sobre nosotros. Por lo tanto, lo que importa no es lo que piensan los demás de nosotros, sino lo que uno piensa de sí mismo.

MORALEJA: El verdadero hombre inteligente es el que aparenta ser tonto delante de un tonto que aparenta ser inteligente...

Muchas veces creemos que somos grandes personas y que no hay nadie mejor que nosotros y hasta inteligentes nos creemos, pero en realidad no es más que una estúpida actitud egoísta que nos sega y no nos deja ver que existen personas a nuestro alrededor que son mucho más inteligentes que nosotros, pero que muchas veces permanecen ocultas por su misma humildad. Lo peor es que con nuestra actitud no logramos más que alejar y a veces hasta perder a esas personas que nos pueden ayudar en dificultades y que no van a estar en los momentos en que más los necesitemos.

En la vida hay que ser siempre humildes con todas las personas, sin excepción alguna y conformarnos con lo necesario, porque muchas veces, por nuestra ambición de tener más, nos puede quitar lo que tenemos y quedarnos en la calle. El que seamos inteligentes no significa que vamos a ser perfectos o que nunca nos equivocamos y que de nuestras acciones siempre vamos a salir triunfadores, sino que se trata de algo más sencillo y admirable de cada persona, ser inteligentes muchas veces consiste en que debemos saber cuándo actuar y cuando no cuando decir algo y cuando callar, cuando invertir y cuando no, elegir las personas que nos convienen etc. Y es en estos casos en donde se demuestra nuestra verdadera inteligencia.

Es importante decir que en la vida, hay muchas formas de demostrar nuestra inteligencia, a veces las demás personas esperan que actuemos de determinada forma o incluso que digamos cosas que al final no nos convienen, pero las personas inteligentes no las dicen porque creen que no es conveniente, por lo menos en ese momento, aunque frente a las demás personas parezcan tontos, ingenuos o ignorantes, a diferencias de otras personas, las cuales se dejan llevar por sus impulsos y comienzan a actuar y decir cosas a diestra y siniestra, pero no miden las consecuencias que provocaran en el futuro.

Por ejemplo las personas inteligentes reaccionan con madures frente a los problemas con sus amigos y no se dejan llevar por sus impulsos, furias u otras emociones, son inteligentes en el sentido de que no actúan ni dicen nada porque saben que sería peor, simplemente resulta mejor quedarse callados hasta que pase el momento.

Esta pequeña historia parece simple, pero nos deja una moraleja que nos ayuda a no juzgar a las personas por su apariencia y su forma de actuar, casi siempre criticamos a las demás personas por cómo se comportan frente a los demás, pero no sabemos en realidad porque lo hacen, o con qué objeto lo hacen, simplemente nos dejamos llevar por lo superficial de esa persona, pero no nos detenemos a interpretar ese comportamiento e investigar si lo hace porque le conviene o con otros objetivos, y pasa lo que paso en esta historia, todos creían que el hombre era realmente tonto pero en realidad no lo era y al final quienes son los verdaderos tontos son los que juzgan sin saber ni entender a las demás personas.

Autor: ROLANDO HIGINIO ESCOBAR PEREZ

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