No. 6
Julio (nombre cambiado por respeto), es un buen amigo quien en una ocasión me relató su primera cita con Sonia una chica que recién conocía en una capacitación internacional, se trataba de una joven abogada que había sido seleccionada por su institución para representarles en dicho evento. Las reuniones de las charlas se desarrollaron profesionalmente pero a Julio le llamó la atención la soltura de la chica, sus conocimientos jurídicos, nada comunes en una joven de su edad, quizá unos veinticinco años, su léxico, y sobre todo su sencillez y amabilidad, todas ellas, cualidades que Julio admiraba y deseaba en una compañera.
Recién mi amigo había salido de una ruptura de una relación que le dejó muy afectado, no creía que pudiese encontrar a una mujer que le hiciera sentir bien consigo mismo, pero conocer a Sonia le había parecido una bendición.
Dos días después de haber entablado una esporádica conversación se decidió a invitarla a cenar, la llevó a un buen restaurante y le com,pró flores, al estilo tradicional.
Durante la cena él pidió vino, ella ordenó la cena mientras Julio miraba sus ojos verdes profundamente. Charlaron todo el rato hasta que la cena fue servida, y para sorpresa de Julio esta consistía en no menos de cinco platos para la chica, su cita había pedido dos entradas, ensalada, de dos tipos, plato fuerte, (el más caro del menú), y dos postres. “¿Vas a comerte todo eso?” le preguntó asombrado, “no, lo que no pueda comer lo voy a llevar”.
Esa fue la última cita. Yo por supuesto reí mucho cuando con la historia y no pude evitar pensar “¡que tacaño eres!”. “No es por el dinero…” - me dijo – “si no por el gesto”… no terminé de comprender a mi amigo hasta que leí el consejo número seis del Rey Salomón. Entonces entendí lo que a Julio no le había gustado.
Proverbios: Cap. 23 Verso 1 y 2.