“No seas de los que se comprometen y salen fiadores de deudas. Si no tienes con qué pagar, ¿Por qué han de quitar tu cama de debajo de ti?”.
Proverbios: Cap. 22 Versos 26-27.
Ningún aspecto del ejercicio de la abogacía me ha parecido más insatisfactorio como el juicio ejecutivo de fiadores. Tener que accionar en contra de personas que por su buena fe en un familiar o amigo han sido garantes de pago pero que al final por una razón u otra han sido ellos quienes han tenido que pagar.
En particular recuerdo el caso de María Soledad, una mujer madre de dos hijos de cinco y seis años, soltera y de unos cuarenta años. Vivía en una casa de arrabal y se sostenía haciendo tortillas para vender; en medio de su pobreza había aceptado ser fiadora solidaria de su prima Esperanza, quien vivía tan sólo a unas casas de la suya.-
En mi ejercicio tuve que gestionar el cobro mientras actuaba como representante de una empresa financiera, mi deber no era más que el de entablar el juicio ejecutivo, la financiera por medio del departamento de cobros ya había, según ellos, agotado todas las instancias sin resultado alguno, la deuda seguía sin pagarse y Esperanza no aparecía por ningún lado. La ejecución era inminente para María Soledad, sin embargo, decidí hacer algo inusual y me apersoné a su casa, efectivamente Esperanza había desaparecido, algunos decían que se había marchado con un hombre hacia Honduras y otros que hacia Los Estados Unidos, el hecho es que María Soledad tenía que pagar.
A veces es difícil decir no cuando de realizar un favor se trata, nos sentimos sumamente altruistas al respaldar a amigos o parientes cuando contraen deudas con el evidente propósito de no caer en mora, pero las situaciones no siempre resultan como pensamos y en muchas ocasiones el amigo garante se ve en la necesidad de convertirse en el pagador.
Entiendo que el consejo del sabio no es tajante: “no seas fiador nunca”, sino más bien, “si no tienes dinero no seas bobo”… en realidad si no tenemos con qué pagar nuestras propias deudas porque habríamos de asumir las ajenas.
En este mundo moderno muchas amistades, parentescos y hasta cariños se ven deteriorados por el dinero, y en general por el dinero que se debe. Al adquirir una responsabilidad de garantes debemos preguntarnos en primer lugar “¿Estoy dispuesto a pagar llegado el momento?, por desgracia muchos fiadores no se preguntan eso y esperan que el deudor principal “siempre pague”, se ven chasqueados, ofendidos y hundidos en problemas y desajustes financieros cuando les toca pagar a ellos, pues el deudor principal simplemente no lo hizo, nunca se plantearon esta posibilidad y ahora se ven abatidos.
Al adquirir una obligación debemos plantearnos siempre “¿qué sucedería en el peor de los casos?” y si estamos dispuestos a afrontar ese “peor de los casos” entonces, y únicamente entonces podemos afrontar la responsabilidad.
Ese fue mi último caso en ese trabajo, incluso renuncié sin llevarlo a cabo, no es precisamente de mis mejores empresas, y nunca había hecho gala de la experiencia de aquel empleo en el que duré no más de tres meses, era un trabajo sucio, y sé que alguien tenía que hacerlo, sin embargo decidí que no sería yo.